Comprender el trastorno de estrés postraumático
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El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se desarrolla tras un acontecimiento extremadamente traumático y se manifiesta a través de la reviviscencia regular del suceso, acompañada de manifestaciones físicas relacionadas con la emoción extrema sentida.
Alteran significativamente la vida personal, social y/o profesional.
Estos trastornos psiquiátricos se producen en niños o adultos que han estado expuestos a un acontecimiento que les ha alterado la vida, como una amenaza de muerte inminente, una lesión grave o un daño físico que han experimentado o presenciado.
El trastorno de estrés postraumático también puede aparecer tras la noticia de una muerte violenta o inesperada, o de un acontecimiento grave que afecte a un ser querido.
Los individuos que sufren TEPT pueden ser personas que han estado en combate militar, víctimas de agresiones físicas o sexuales, víctimas de desastres naturales o secuestradores, así como profesionales que han respondido a desastres, padres que han perdido un hijo o testigos de un accidente, ataque o desastre natural.
Todos tienen en común haber vivido este acontecimiento como un factor de estrés o miedo intenso, ante el cual se sintieron impotentes.
Consecuencias del Trastorno de estrés postraumático
Da lugar a un sufrimiento moral y a complicaciones físicas que alteran profundamente la vida personal, social y profesional.
Ante un mismo acontecimiento, el riesgo de desarrollar estos trastornos depende de factores preexistentes propios de los pacientes y del contexto en el que se producen las secuelas del acontecimiento.
El tratamiento se basa principalmente en la psicoterapia (terapia cognitivo-conductual, EMDR). Gracias a las investigaciones en curso, una mejor comprensión de los mecanismos que favorecen el resurgimiento de los recuerdos dolorosos permitirá, con el tiempo, prevenir, aliviar o incluso curar estos trastornos.
Diagnóstico del Trastorno de estrés postraumático
El diagnóstico del trastorno de estrés postraumático se realiza en una persona que ha experimentado un acontecimiento traumático cuando presenta varias manifestaciones responsables de un sufrimiento significativo y de un deterioro del funcionamiento social y de la calidad de vida:
- Un revivir repetitivo de los acontecimientos que puede manifestarse de diferentes formas: flash backs repentinos que reviven la escena o hacen creer que se está en presencia del agresor, intrusión involuntaria e invasiva de imágenes o pensamientos relacionados con el suceso, pesadillas repetitivas o miedo reflejo ante ruidos o movimientos repentinos… Este revivir se produce de forma espontánea, tras un estímulo (sonido, lugar, olor…) o incluso cuando la vigilancia es menor (fase de sueño). Da lugar a manifestaciones físicas relacionadas con la angustia psicológica: sudoración, palidez, taquicardia, ritmo cardíaco demasiado rápido, rigidez….
- Evitación de pensamientos, discusiones o personas relacionadas con el trauma, cuyo objetivo principal es evitar el dolor relacionado con el trauma. El miedo a los pensamientos intrusivos que guía esta evitación llevará a intentar eliminarlos de la memoria. Estos intentos, generalmente ineficaces, reforzarán el miedo inicial.
- Suelen presentarse trastornos del estado de ánimo y un embotamiento de la reactividad, el afecto y el interés por las actividades habituales.
- También se observa el desarrollo de signos de actividad neurovegetativa: hipervigilancia, irritabilidad, dificultad de concentración, trastornos del sueño, etc.
Inmediatamente después del suceso, estos signos se consideran un estado de estrés agudo. El TEPT agudo se produce cuando persiste durante más de 4 semanas.
La mayoría de las personas se recuperan de estos trastornos en los tres meses siguientes al suceso, pero alrededor del 20% desarrollan una forma crónica del síndrome.
También hay que tener en cuenta que, aunque generalmente aparecen inmediatamente, al cabo de unos días, el TEPT a veces se instala de forma más gradual, formándose tarde, después de varias semanas, meses o años.
¿Quién puede padecer Trastorno de estrés postraumático?
El TEPT es el resultado de una interacción entre tres grupos principales de factores que contribuyen a ello:
– Factores preexistentes, como las experiencias dolorosas anteriores de la persona, su sensibilidad al miedo, su personalidad, su estado de salud física y mental o su edad en el momento del suceso desencadenante.
Factores genéticos o epigenéticos que controlan la plasticidad cerebral. También estarían implicados los mecanismos durante los cuales el cerebro es capaz de modificarse a sí mismo reorganizando las conexiones y las redes neuronales, en la fase embrionaria del desarrollo o durante el aprendizaje.
También se identifica que las mujeres y las personas con un nivel socioeconómico o educativo bajo corren más riesgo.
– El acontecimiento en sí mismo: la gravedad, la intensidad y la duración del acontecimiento, su impacto emocional, su proximidad, sus consecuencias físicas… son elementos que obviamente modificarán el riesgo potencial de TEPT.
– El contexto postraumático: si la existencia de ayuda psicológica y apoyo social y familiar es valiosa, la existencia de estrés o dolor crónico aumenta el riesgo de TEPT.
En cualquier caso, una persona sin ningún factor de vulnerabilidad concreto puede desarrollar un TEPT en determinadas situaciones.
Tratamiento del trastorno de estrés postraumático
Para prevenir y limitar los efectos del estrés, los psiquiatras, los psicólogos clínicos u otros profesionales formados en la escucha, pueden prestar ayuda inmediata.
Son ellos los que intervienen en las células de apoyo psicológico de emergencia que se habilitan cuando se producen sucesos traumáticos en el espacio público.
El apoyo prestado incluye la escucha y el apoyo psicosocial, así como la asistencia material y el asesoramiento post-trauma.
La situación es más complicada para las personas afectadas individualmente por un acontecimiento traumático, ya que no siempre tienen los medios para buscar ayuda.
A distancia del suceso, los tratamientos de primera línea recomendados son las psicoterapias, como la cognitivo-conductual.
Su objetivo es limitar la evitación mental y conductual que impide que el recuerdo traumático se integre y se trate como un recuerdo normal.
En cuanto a la medicación, a menudo se prescriben sedantes, antidepresivos o ansiolíticos para complementar la psicoterapia, en función de las necesidades del paciente.
Sin embargo, su eficacia es limitada y puramente sintomática.
Aproximadamente uno de cada cinco pacientes corre un riesgo importante de recaída tras un tratamiento adecuado.
Trastorno de estrés postraumático crónico
Cuando no se trata, el trastorno de estrés postraumático se vuelve crónico y se asocia a otro tipo de manifestaciones: el individuo se queja de fatiga crónica y no tiene energía ni motivación para realizar las actividades habituales de la vida diaria.
Suelen desarrollar trastornos alimentarios (anorexia, bulimia, etc.) y una alteración de la vida emocional y de la libido.
El TEPT suele ir asociado a otros trastornos mentales como la depresión o la ansiedad. Tiene un impacto incapacitante en la vida social, familiar y profesional.
El sufrimiento es tal que aumenta el riesgo de dependencia de sustancias o de suicidio.
Además, el TEPT se asocia a un estado de estrés crónico que afectará a la salud somática del individuo: las personas que lo padecen tienen un mayor riesgo de padecer migrañas, hipertensión arterial, úlceras gástricas, enfermedades de la piel, etc.
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