¿Por qué somos infieles?

    ¿Influyen las crisis económicas?

    Indice del Artículo

    ¿Por qué somos infieles?

    ¿Por qué somos infieles? La crisis económica quema las parejas y tendríamos la tentación de ir a acostarnos a otro sitio.

    Pero de la fantasía a la habitación del hotel hay un paso, a veces un abismo. ¿Qué nos hace correr el riesgo de alterar nuestra relación cediendo a la tentación?

    El tema es de plena actualidad: la prensa anglosajona afirma que la crisis económica incita a las parejas a ser infieles, y en Francia se han publicado una docena de libros sobre esta cuestión en los últimos seis meses.

    A todos nos ha perseguido esta pregunta en algún momento de nuestra vida amorosa. Pero, ¿por qué algunas personas cruzan la línea de la fantasía a la realidad?

    Algunos psicoanalistas dicen que lo importante de hacerlo es que es inevitable. Sin ningún juicio moral, explican que en la urgencia por satisfacer ese deseo intervienen muchas variables.

    Por supuesto, está el deseo que anula todo a su paso. Pero también nos impulsan corrientes íntimas ligadas a nuestra historia personal. Veamos con más detalle las circunstancias que nos llevan a dar el paso.

    ¿Por qué somos infieles? ¿Culpar a la crisis?

    Los ingleses lo llaman sexo por recesión. Según varios expertos y psicólogos anglosajones, el índice de infidelidad debería dispararse durante las crisis económicas. Coinciden en qué en Estados Unidos, la recesión reduciría el atractivo sexual de nuestra pareja, que pasaría a ser menos poderosa y, por tanto, menos atractiva a nuestros ojos.

    De ahí la tentación de buscar en otra parte. Los que se sienten en peligro por la situación económica tienden a buscar consuelo y una mejora narcisista fuera y no dentro de su pareja.

    ¿Por qué somos infieles? Sólo existimos en la seducción

    La persona histérica no puede evitar ir buscando en otra parte porque sólo existe en una realidad incesante de seducción. 

    Sólo vive a los ojos de una multitud de personas y debe cambiar constantemente de pareja.

    Como en el caso de Don Juan, lo que cuenta es la exigencia de ser deseado por el otro: cualquiera sirve.

    Actuar en consecuencia sólo es importante para firmar la conquista. Es necesario pasar por esto para que el otro sea definitivamente seducido, pero el cuerpo a cuerpo es, al final, es secundario.

    La relación carnal no será nunca satisfactoria porque no es el disfrute lo que busca, sino la prueba de su existencia a los ojos del otro.

    ¿Por qué somos infieles? Separamos el sexo y los sentimientos

    Para algunos, es imposible conciliar sentimientos y sexo en el mismo ser.

    Tienen que dividirse: «Donde aman, no desean; y donde desean, no pueden amar», señaló Freud. Es «la madre y la puta» o «el padre y el gigoló».

    Estos hombres y mujeres son incapaces de conciliar los dos aspectos de la sexualidad con la misma persona: la indulgencia de los sentidos y la contención necesaria para el ideal.

    Algunas cosas son apropiadas, otras no. Esta representación mental nos viene desde la infancia: el infiel repite con la pareja oficial lo que imagina de las relaciones amorosas de los padres.

    De ahí tal frustración que actúa con un compañero en la sombra. Un neurótico obsesivo, hace el amor dignamente con su mujer o marido, y lo aprecia aún más cuando se revuelca en la fornicación con otro u otra: «Los sistemas que forjan los obsesivos halagan su autoestima, por la ilusión de que son mejores hombres que los demás, ya que son particularmente puros y conscientes», define Freud.

    ¿Por qué somos infieles? Nos abruma el deseo

    Sea cual sea la configuración singular de una historia, el peso del pasado, las neurosis, nada excluye el encuentro, explican los psicoanalistas. Y, en este caso, la infidelidad es parte de la verdad de un deseo.

    Puedes sentirlo: el movimiento viene de ti mismo y realmente eliges a la otra persona. Nos atraemos como imanes. Pero es algo más que atracción física. Es un intercambio, algo que vive.

    No hay necesidad de gratificación inmediata como en el acto neurótico. No hay que precipitarse: El contacto cuerpo a cuerpo siempre se puede posponer.

    El simple hecho de saber, de sentir esta emoción es suficiente para nosotros. Pero la concreción se producirá inevitablemente, porque es la urgencia de la vida la que se impone.

    Nadie se echa atrás en el deseo. Es una experiencia deslumbrante. ¿A qué hay que ser infiel? ¿A la palabra dada o a la verdad del propio deseo en un momento dado de la existencia?

    ¿Por qué somos infieles? Nuestra pareja está en crisis

    Nuestra decisión de engañar a la otra persona viene necesariamente precedida de una constante de la que no siempre somos conscientes: un problema en nuestra relación.

    Algunos infieles actúan por desconocimiento de las dificultades. Necesitan otro asunto para alimentar el oficial, para compensar para cegarse y no solucionar nada.

    Al engañar, se culpan del deterioro de la relación y se sienten culpables. Se hacen responsables de la situación.

    Así, mantienen la fantasía de la perfección de la pareja ideal mientras tienen la ilusión de controlarlo todo, de creer que es por su culpa que nada va bien. Este fenómeno completamente neurótico está muy extendido.

    También actuamos a menudo para evitar decirnos a nosotros mismos «me he equivocado de historia» y para transformar en acción lo que nos negamos a admitir y verbalizar. Puede ser un grito de auxilio.

    Ya que has visto ¿Por qué somos infieles? te recomendamos que veas Infidelidad.

    Vídeo de ¿Por qué somos infieles por naturaleza?

    Vídeo de ¿Por qué somos infieles por naturaleza? del canal de:

    Claudia Nicolasa Psicología