Problemas de Pareja
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Hay una primera etapa en la relación de pareja: el enamoramiento, ilusión en forma de «encantamiento» a partir de los atractivos del otro, tanto físicos como de personalidad.
En este primer momento, experimentamos una especie de deslumbramiento donde no vemos ningún fallo en la otra persona, ningún error, lo idealizamos.
Al recibir del otro los elogios oportunos y manifestaciones de afecto, nuestra autoestima se eleva en buen grado y hace que nos sintamos plenos de felicidad, completos.
Es común escuchar a alguien que acaba de conocer a su pareja: “Somos iguales”, “Tenemos los mismos gustos” o “Somos un poco diferentes pero mejor porque nos complementamos muy bien”, etc.
Con el paso del tiempo… problemas de Pareja
Al transcurrir el tiempo, que varía teniendo en cuenta diferentes factores -la edad de los integrantes de la pareja, las condiciones socioculturales, las características psicológicas de ambos, si hay convivencia o no, etc. pasamos a una segunda etapa, en la cual se termina ese encantamiento, y se llega a la madurez de la relación de pareja. Es un desafío superar la primera etapa, que sería como la “adolescencia” de la relación, utópica, pero inevitable, muy reconfortante y necesaria para fortalecer lazos.
Pero en la segunda etapa de la pareja todo se comienza a complicar, aparecen las diferencias o lo que es más difícil de asumir, los fallos, errores y debilidades de la otra persona. Los que no queremos admitir, por eso nos negamos a aceptarlos y exigimos al otro que rectifique.
Comienzan los reproches: “Antes no eras así…”, “Cuando te conocí…”, “Como has cambiado…”, etc.
En vez de reconocer y aceptar la realidad que es que se está conociendo más profundamente al otro, que es parte del proceso de estar cerca, íntimamente ligados a la otra persona, y de la convivencia, en el caso que la haya.
Por ello, muchas parejas fracasan a partir de la convivencia, del nacimiento de hijos, de cambios importantes propios de la edad como lo que se dan al pasar de una década a otra (después de los 20, 30, 40 o de los 50), una mudanza importante, un cambio de trabajo, etc. Sucesos en la vida que nos ponen a prueba que, a veces, nos llevan a tomar decisiones diferentes a las que hasta entonces hemos asumido, o manifestar pensamientos o posturas nuevos, desconocidos por la pareja. Y que, como tal, el otro no entiende, no le agradan y no quiere admitir; pero que son totalmente válidos como inevitables, y forman parte del proceso mismo de evolución de un individuo.
A partir de aquí, de no entender lo que sucede, por qué la pareja cambia sobrevienen algunos de los problemas de pareja: sospechas, dudas, malentendidos, mala comunicación, discusiones, celos, infidelidades, agresividad, maltrato, etc. Y, al final, la ruptura de pareja.
La Segunda fase
En esta segunda etapa, se dan otros cambios, no menos importantes, como la disminución de la pasión sexual, la incidencia de la rutina para el aburrimiento en la pareja, los problemas cotidianos relacionados a trabajo, hijos, relaciones familiares complicadas, etc.
Pero si somos conscientes que esto es posible que nos suceda porque es habitual que así sea, no nos dejaremos estar y trataremos de hacer algo para evitarlo o superarlo si ya caímos en ello.
Llegados a un punto en que no sepamos cómo hacerlo es importante considerar la posibilidad de pedir asesoramiento profesional de un psicólogo.
Si se sobrelleva esta etapa de madurez realmente la pareja estará consolidada, pero siempre existe el riesgo de que la vida nos plantee situaciones que nos hagan cambiar, en un sentido no previsto, el rumbo de nuestras vidas, pensamientos o conductas, y que nuestra pareja no lo pueda aceptar o no lo tolere.
Por lo tanto, es fundamental tener siempre presente en una relación de pareja:
- Primero, que en el amor, ese primer momento de fascinación se va acabar, que va a pasar, aunque nos viene muy bien para manifestarnos todo el cariño, amor, deseo, etc. que sentimos, y demostrar al otro nuestra capacidad de amar, principalmente de expresar nuestro amor, con hechos y palabras.
- Segundo, las características conflictivas de la etapa de madurez de la pareja, anteriormente mencionadas.
El simple hecho de tener conciencia de que existen, nos permitiría evitar los problemas de pareja que nos llevarían a una ruptura.
¿Cómo evitar los problemas de pareja?
Prioritariamente teniendo muy claro que el otro, mi pareja, es un ser humano independiente de mi, que es libre, (la famosa frase “si amas a alguien, déjalo libre”, tiene su verdad como todas las manifestaciones culturales).
Tenemos la obligación de dejarlo ser, de respetar su libertad y a él como persona, respetándome a mi misma de la misma manera.
Esto no implica que mi pareja “haga lo que quiera” en el sentido de dejarme faltar al respeto. De ninguna manera, por supuesto, los límites son los que corresponden a una ética personal y moral.
Luego, cuando observemos sus comportamientos, conozcamos sus pensamientos, diferentes actitudes, ideas, etc. que serán los verdaderos, no fingidos – ya que no tuvo necesidad de hacerlo, debido a la libertad de expresión y actuación que ha tenido, pues en ningún momento presionamos o quisimos imponer los nuestros podremos tomar la decisión de si deseamos seguir al lado de esta persona o no.
Si estamos dispuestos a admitir esas conductas e ideas o nos es imposible soportarlo. Que logremos hacer esta dilucidación, depende de mi salud emocional, psicológica; de que haya sido sana la elección de pareja, que no me haya acercado a esta persona con un vínculo patológico,
que no haya sido una relación marcada por relaciones anteriores fallidas, negativas, conflictivas.
Los celos como problemas de pareja
Como podemos entender o explicar los celos dentro de este proceso de enamoramiento y pareja madura.
Intentaremos desde aquí responder a la pregunta: ¿Qué son los celos? Primero podríamos diferenciar entre celos “normales” y celos “patológicos”. Los celos “normales”, por llamarlos de alguna manera, son aquellos que habitualmente aparecen en una pareja, en forma sutil, o en eventuales crisis de celos debido a ciertos hechos casuales que se pueden suceder en la vida social. Son un mecanismo de defensa ante el miedo a la perdida del “objeto” de amor, tememos que nuestra pareja elija a otra persona en lugar nuestro, sentirnos sustituidos, desplazados, con todo lo que ello implica para el deterioro de nuestra autoestima.
En cambio, los celos patológicos, son aquellos que perturban continuamente nuestra relación de pareja, cotidianamente están presenten y me causan sensaciones negativas como angustia, depresión, ansiedad, etc. Se transforman en una obsesión y no hay causa aparentemente lógica (desde una mirada objetiva, por supuesto, ya que para la persona celosa si las hay). Los psicólogos decimos que los celos pasan a ser un síntoma en la persona, es decir, una sustitución psicológica que conlleva un conflicto emocional latente en la persona que los sufre, generalmente vinculado a problemas de formación de la propia identidad, baja autoestima constitutiva (marcas negativas en nuestra historia infantil, emocional, relacional debido a que no se nos valorado lo suficiente), carencias afectivas en el pasado que nos llevan desesperadamente a demandarle y, por ello, no soportaríamos perder el de nuestra pareja por “culpa” de otra persona.
Con respecto a los celos “normales” tenemos que saber que al ser habituales y de poca intensidad, aprenderemos a superarlo, como debemos aprender a superar todas las sensaciones negativas que podemos sentir a lo largo de nuestra vida cotidiana. En cuanto a los celos patológicos, generalmente es necesario solicitar ayuda profesional, ya que los psicólogos, podrán detectar las causas de los mismos y brindarnos consejo terapéutico.
Conclusión sobre los problemas de pareja:
Amar es respetar al otro en el amplio sentido de la palabra, incluida su libertad para actuar o dejar de hacerlo; decir o callar; opinar o no tener opinión. Y muy importante exigir ese mismo respeto hacia uno mismo.
Amar es comunicarse abiertamente, de forma sana, asertiva. Tener en cuenta algunas de las técnicas de la comunicación asertiva, que dicen que siempre hay que hablaren primera persona (“Yo pienso…” “Yo siento…” “Yo creo que…”); utilizar el interrogante para hacer reflexionar al otro y evitar imposiciones (¿No crees que…?, ¿No sería mejor …? ); no juzgar ni criticar a la otra persona en forma directa ( “Tú eres una mala persona”, “Siempre haces las cosas mal”), esto lleva a que el otro por lógica trate de defenderse y lo haga en el mismo nivel, agrediendo verbalmente, lo cual se transforma en un círculo vicioso.; buscar el momento y las palabras adecuadas para hablar con la otra persona.
Esperar a que el otro este receptivo; si esta alterado no puede razonar con claridad, así que es inútil querer convencerlo de algo, o darle razones. Se trata de usar el sentido común, para encontrar ese punto íntimo de encuentro con la sensibilidad del otro, y así establecer una comunicación de igual a igual, despojada de rivalidad, orgullo y todas las emociones negativas que afloran en los conflictos entre personas y superar así los problemas de pareja. No olvidar que la primera regla es estar totalmente relajado, y utilizar la inteligencia emocional antes de enfrentar una comunicación asertiva.
Autoestima y seguridad propias son indispensables para evitar los problemas de pareja, es decir para una relación de pareja sana. No es fácil valorarlo, porque puedo tener una personalidad que de por sí necesita mucho apoyo del otro sin que eso signifique tener una autoestima baja, y además, está bien que necesite sentir apoyada por mi pareja -es una de las funciones del amor, en todos los ámbitos: familia amigos, pareja, pero otra cosa es que no pueda hacer nada sin mi pareja, y que ese mecanismo no sea flexible, es decir, que yo a veces sea el apoyo del otro, para que mi autoestima se compense pensando que también yo le soy útil, le sirvo, me necesita.
Con la autoestima baja me olvido de mis deseos, de mis necesidades, de mi satisfacción y sólo pienso en el otro, en darle “todo” al otro aún a costa de mi sacrificio personal, de postergar mis proyectos. Esto no es sano para la pareja, todo lo contrario, aunque en un principio esta actitud pueda ser muy bien recibida por mi pareja, tarde o temprano la termina afectando. Porque en una relación sana, necesitamos a una persona “completa” a nuestro lado, segura de sí misma, con sus inquietudes, deseos, iniciativas, y de la cual estemos orgullosos. Una persona que no se valora a si misma, es decir con baja autoestima, no puede despertar en el otro gran interés.
Es imprescindible admitir la realidad de mi pareja, que si no es la persona que me hace sentir bien, no puedo ser feliz; por lo tanto, no la puedo amar porque si así fuera esta sería una relación patológica, que me indica que tengo un problema psicológico-emocional, más allá de la evaluación negativa del comportamiento del otro que yo pueda realizar.
La libertad de amar o dejar de hacerlo es nuestra, y nos define como seres humanos.
Por último, piensa que si la relación esta muy deteriorada necesitarás la ayuda de un profesional como tercero neutral que debe intervenir.
Psicóloga Claudia Alberto