Freud y la Ciencia

    Filiación y ruptura de Freud con la ciencia de su tiempo

    Indice del Artículo

    «La originalidad Freudiana es sobre todo visible en la línea imaginaria en que subvierte el lenguaje de su tiempo sin dejar de decir-lo suyo.» 1

    Paul-Laurent Assoun

    Freud y la Ciencia I

    Retrato de Sigmun Freud. Freud y la Ciencia

    Freud y la ciencia. La cita pertenece al texto: «Introducción a la Epistemología Freudiana» del mencionado autor, y el presente escrito consiste en un recorte sucinto del recorrido por dicha obra, en la que se rescata la importancia de una genealogía de la constitución del saber freudiano.

    Iremos sumándole la postura de José Perrés, autor a quien en su libro: “El Nacimiento del Psicoanálisis (Apuntes críticos para una delimitación epistemológica)”, lo encontramos ante el mismo tema coincidiendo en algunos puntos con Assoun, criticándolo en otros y, además, aportando significativas precisiones.

    Como punto de partida de este trayecto, contamos ya en el prefacio del libro con una síntesis del fundamento de la denominación «Epistemología Freudiana» de la siguiente manera: » … no entendemos de ningún modo por epistemología freudiana una epistemología general que tomaría a Freud como argumento, tema o material.

    Lo que está en juego no es una epistemología que buscaría en Freud una referencia que luego se trataría de generalizar o de formalizar. Así pues,no se trata de utilizar aportaciones freudianas para inferir de ellas una epistemología, que se valdría por consiguiente de Freud.

    Nuestro propósito es mucho más positivo: extraer la identidad freudiana, considerada en su idiosincrasia histórica, teórica y pragmática, averiguando sus orígenes, sus fundamentos y sus finalidades».

    Desde esta perspectiva hablaremos de filiación y ruptura de Freud a la episteme de su tiempo. Decir filiación no implica abolir lo inédito freudiano, pensando a Freud, de cierta manera, «pegado» en algún momento a los modelos de su época. De ningún modo fue así. Cualquier lector de la obra de Freud puede descubrir en ella a alguien que de ninguna manera quedaría cristalizado en un saber ya dado sino, por el contrario, nos encontramos frente a un autor que siempre va mucho más allá. Freud fue un creador.

    Es fundamental como idea directriz no olvidar que los creadores, viven en un delimitado tiempo y lugar, y allí surgen sus ideas.

    Crean algo a partir de algo. Como manifiesta Louis Althusser en su texto «Freud y Lacan», refiriéndose a la posible ambigüedad de algunos términos freudianos de los que se tomaron los revisionistas de la obra de Freud haciendo del Psicoanálisis un biologismo, psicologismo o sociologismo: «… que se vio obligado, como todo inventor, a basar sus descubrimientos en conceptos teóricos ya existentes y, por lo tanto, pensados para otros fines, es también muy comprensible.

    (¿Acaso Marx no se vio obligado también a basarse en ciertos conceptos hegelianos?). Nada de esto puede sorprender a un espíritu un poco ducho en la historia de las ciencias nuevas – y preocupado por encerrar lo irreductible de un descubrimiento y de su objeto en los conceptos que expresaron en su nacimiento y que, inactualizados por el progreso del conocimiento, pueden posteriormente enmascararlo».

    «Freud fue un sujeto inmerso en una época con características científicas específicas, con sus maestros, sus lecturas e inevitablemente influido consciente e inconscientemente por éstos, para desde allí emerger con su propia voz y decir lo suyo propio: el inconsciente freudiano, el Psicoanálisis. Donde se produce substancialmente la ruptura realizada por Freud, revolucionario en la teoría freudiana, allí debemos delinear lo que llamaríamos una epistemología específica, la freudiana, que hace a su manera singular de producir esta disciplina».

    Respecto al concepto de «ruptura» es interesante la cita de Canguilhem que realiza Perrés en su libro: «Conviene pues admitir como indispensable un uso adecuado de la recurrencia y una educación atenta a las rupturas. El investigador de rupturas cree a menudo, al modo de Kant, que un saber científico se inaugura por una ruptura única, genial. El efecto de ruptura es presentado a menudo como global, afectando la totalidad de una obra científica.

    Sería necesario develar dentro de la obra de un mismo personaje histórico las rupturas sucesivas o las rupturas parciales. En una trama teórica ciertos hilos pueden ser totalmente nuevos, mientras que otros son extraídos de antiguas texturas. Las revoluciones copérnicas y galileanas no se han hecho sin conservar la herencia … «.

    Y el autor de «El Nacimiento del Psicoanálisis», finaliza este punto de su libro diciendo que la obra de Freud tiene estas características de rupturas y continuidades y, por lo tanto, no puede analizarse el surgimiento del Psicoanálisis como un «corte radical», y que aquellas -rupturas- se dieron a través de «permanentes resignificaciones» que hacen a la singularidad de la creación freudiana.

    Desde esta línea de pensamiento podemos entender que Paul-Laurent Assoun, en su texto proponga el desarrollo de los fundamentos epistemológicos e históricos del psicoanálisis freudiano, partiendo de las características del pensamiento científico de la época en que Freud lleva adelante su obra.

    No podemos dejar de mencionar, lo escrito por José Perrés en el mismo libro elogiando la tarea de Assoun: «Por otra parte, todos los autores provenientes de distintas hermenéuticas que se acercaron al Psicoanálisis buscando reflexionar epistemológicamente sobre él, fincaron sus conceptualizaciones exclusivamente en la dimensión interpretativa del análisis, poniendo en tela de juicio absoluta su «energética», la que debería ser reformulada totalmente, por ser simplemente un lastre del contexto científico de Freud, una verdadera curiosidad que, en su anécdota, podía servir tan solo para recordar el pasado superado de las ciencias».

    Quien ha roto estas reductoras lecturas, a mi entender, ha sido Paul- Laurent Assoun quien con sus invalorables trabajos, nos enfrenta a la originalidad del Psicoanálisis, a su especialidad tan problemática de la que hay que extraer su epistemología».

    Freud y la Ciencia II

    Introduciéndonos ya en los fundamentos del Psicoanálisis Freudiano, expuestos en «Introducción a la Epistemología Freudiana», Assoun comienza ubicándonos en el momento y contexto histórico de su surgimiento.


    Europa de principios de siglo, en esos momentos se debatía entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del hombre o del espíritu. La diferencia se plantea específicamente en función de los métodos utilizados por cada una de ellas: el explicar y el comprender-interpretar (hermeneútica). Esta oposición tajante se ha denominado históricamente «la querella de los métodos».


    En los primeros momentos de su teorización, Freud, se confronta a dicha «querella» y toma posición respecto de dónde ubicar a la naciente teoría psicoanalítica dentro de esta rigurosa clasificación de las ciencias.

    El va a decir que el Psicoanálisis es una ciencia de la naturaleza, pero no en oposición a las ciencias del espíritu sino como rechazo a la «querella de los métodos», rechazando esta oposición para él inexistente. Sin embargo, ante esta aparente, indiferencia de Freud, él marcará su originalidad epistemológica ya que toma a la interpretación ( Deutung) como una explicación; en realidad, el problema se esclarece si tenemos en cuenta que el término alemán Deutung no es totalmente equivalente al español, interpretación, sino que el mismo liga la interpretación a la explicación.

    Pero así como el Psicoanálisis, en ningún momento, es una hermenéutica en el sentido del comprender (como método de las ciencias del hombre), tampoco es una explicación de las causas (como método de las ciencias de la naturaleza, o sea como explicación de causas generales, universales) sino que se trata del método de interpretación en cuanto explicación, búsqueda del sentido.

    Como escribe Freud en «La Interpretación de los Sueños»: «La Deuntung de un sueño consiste en determinar su Bedeutung, su significación». En relación a este punto, Perrés destaca las palabras de Assoun al respecto y dice: »’Si bien es indiscutible que en el centro de la disciplina naciente existen conjuntamente una problemática energética y una teoría del sentido, Freud nunca las separó».

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    Y lo cita a continuación: «Freud no se pasea de una a otra tratando de mantenerlas juntas ( … ) esto es lo que importa pensar cabalmente para asumir la identidad freudiana y sacar consecuencias ( … ) naturalismo y hermenéutica están unidos en Freud como un solo y mismo lenguaje. Esa es la realidad epistémica freudiana que hay que pensar en su propio lugar».

    Para Freud el Psicoanálisis es una «Naturwissenschaft», ciencia de la naturaleza, es más no existe ciencia que no sea ciencia de la naturaleza; por lo tanto, si el Psicoanálisis es ciencia es ciencia de la naturaleza.

    Esto es lo que se denomina un monismo radical, como característica de la epistemología freudiana. Diferente es la postura de Wundt que ante la pretensión de cientificidad de su Psicología recurre a la Fisiología para darle estatuto científico, quedando atrapado en un dualismo entre las dos posturas y como una instancia intermedia.

    Freud toma esta postura de su filiación a los maestros de su época, los anatomofisiólogos: Helmholtz, Brucke, y Du Bois-Reymond, con su postulado fisicalista. Estos querían imponer su verdad: «Sólo las fuerzas físicas y químicas, excluyendo a cualquier otra, actúan en el organismo. Lo orgánico sólo es experimentable según el método fisicoexperimental».

    Este reduccionismo conlleva que no hay lugar específico para lo humano como materia de estudio en sí mismo; el hombre sería un organismo a estudiar dentro de los parámetros de lo fisicoquímico; por lo tanto las Ciencias del Hombre como tal, no tienen cabida. Freud se hallaba inmerso en estas «verdades» hasta la construcción e irrupción de su objeto de estudio.

    Perrés escribe: «Lo que resulta llamativo es que Freud, seguramente, no desconocía la polémica en cuestión, entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Sin embargo, en ningún momento se preocupa por pronunciarse al respecto. Para él era tan natural que un científico y una ciencia se inscribiera dentro de las ciencias naturales, de las que extrae todos sus modelos epistémicos, que un pronunciamiento de esa naturaleza salía sobrando».

    Y agrega: «Pero Freud también arriba a un método hermenéutico que, por ejemplo, en el campo de los sueños, lo acerca a una nueva forma de conceptualizar lo que siglos de tradición popular y «no científico» habían efectuado: interpretar los sueños. Y Freud parece no ver contradicción alguna, y articula o armoniza, sin conflictuarse teóricamente, los dos modelos metodológicos, considerados más opuestos, en una síntesis que muestra su originalidad epistemológica».

    En el apartado sobre el fundamento agnosticista, Assoun vuelve a la tesis que ha planteado al final de su libro anterior, «Freud, la pshilosophie et les pshilosophes», según se enuncia: «Freud puede simultáneamente y sin contradicción afirmar la cientificidad del saber analítico y profesar un agnosticismo, o sea afirmar un límite absoluto al conocimiento».

    Es decir, plantea que el Psicoanálisis es una ciencia de la naturaleza, y a la vez, que el objeto de estudio del Psicoanálisis es el inconsciente, y que este es «la cosa en si», utilizando términos kantianos, o sea lo incognoscible.

    Dice que si esto se puede sostener es porque ambas líneas convergen y se ajustan en un referente epistemo1ógico que debemos rastrear en los postulados del fisiólogo Emile Du Bois-Reymond, quien desarrolla un agnosticismo apoyado en la teoría Kantiana del límite del conocimiento, quien llega a Freud a través de su maestro Brücke, ex-colega de aquel.

    Además en aquel momento surge «una psicología sin alma», o sea conforme a las ciencias de la naturaleza, renunciando a las especulaciones metafísicas sobre al alma. Por esto el agnosticismo es fundamental como postulado para una psicología científica de este tipo.

    Cuando Freud plantea que el objeto de estudio del Psicoanálisis es el inconsciente y que este es «la cosa en sí», utilizando términos kantianos, reconociendo en ello a lo incognoscible entra en estos parámetros, pero Freud no se va a conformar con ese aval agnosticista.

    Sostiene que esos procesos inconscientes se traducen en los fenómenos, constituyendo una transobjetividad que requieren un procedimiento de conocimiento específico: la metapsicología. Citando a Assoun, «Tomemos nota simplemente de que el trabajo de construcción metapsicológico se requiere para superar en el fondo la contradicción entre la exigencia fenomenal inherente al psicoanálisis, Naturwissenschoft, y la transobjetividad que trata.

    Esto significa que con la metapsicología se nombró la identidad epistemológica freudiana».

    Freud y la Ciencia III

    Assoun comienza la segunda parte de su libro con los fundamentos históricos de la metapsicología freudiana. Perrés, al respecto dice que la identidad epistémica freudiana, está dada por la meta psicología, neologismo necesario creado- por Freud. Originalidad de la teorización freudiana que Assoun analiza desde el «Phantasieren» y dice: «Así la punta extrema de la especulación metapsicológica desemboca en una actividad de fantasmalización.

    La última definición de metapsicología (1937) menciona explícitamente el nexo de racionalidad y de lo imaginario». Luego cita a Freud que le habla a Fliess sobre su trabajo (1895): «Durante estas últimas semanas, he dedicado a ese trabajo cada uno de mis minutos libres. Todas las noches, entre las 11 y las 2, no he hecho más que imaginar (phantasieren), transponer (ubersetzen), adivinar (errater) – y sólo me detenía cuando me topaba con una absurdidad o cuando ya no podía más». «Fanthasieren» se relaciona tanto con la especulación como con la teorización.

    A favor de esta manera de hacer ciencia, Assoun, escribe: «La tarea científica exige llegar hasta el límite de lo absurdo y del agotamiento – de la cosa en sí, por así decirlo – para volver a empezar el trabajo como si fuera posible rebasar el límite. Es una tarea ingrata – que en algunos días de 1895 da deseos a Freud de jugar bolos o recoger setas más bien que continuar – pero que se reanuda indefinidamente por el placer mismo inherente al Phantasieren».

    Metapsicología que introduce tres dimensiones de un mismo objeto de estudio – el inconsciente-, estas son: primero, lo tópico, luego lo dinámico y; por último, lo económico. Este ordenamiento tiene fundamentos históricos, según Assoun, y cada uno de ellos se referencia en un modelo teórico determinado del cual luego se despegan dando lugar a lo original freudiano.

    Seguidamente, entonces, Assoun analiza el proceso que va desde la anatomía a la tópica freudiana, partiendo del modelo bruckiano como el primer tiempo de su genealogía de la obra de Freud.

    A continuación, a los fines de este breve recorrido sólo enumeramos las características identificatorias de la epistemología freudiana allí analizadas detalladamente.
    • A Freud, primero le interesa la estructura (tópica), luego el funcionamiento. En sus años en el laboratorio de Brücke, si bien era de fisiología, él se inclinaba más a la anatomía y la histología.
    • El joven Freud no se inclinaba hacia la experimentación, sino que hacía técnicas de procedimientos.
    • Siempre le interesó el hecho aislado, no le interesaba generalizar estadísticamente; esto se relaciona con la singularidad de la clínica como tecné.


    • Hubo una transferencia de la práctica de la forma y los procedimientos de la materialidad anatómica (anatomofisología), al terreno de la clínica, al síntoma dónde actúan lo simbólico y el fantasma, manteniendo la misma actitud positiva. Considerando al síntoma como el material de la «objetividad» clínica. En este aparente abismo entre ambos terrenos, se pone de manifiesto la paradójica mixtura de continuidad e inédito, en el trabajo de Freud.


    •Forma posicional de objeto de Freud, en estos momentos: la «fenomenotécnica» (concepto bacherlardiano), que se diferencia de una perpectiva experimental. La técnica anatómica no sólo permite construir el objeto. Delimitar un problema primero es precisar la técnica que posibilita su investigación.


    • El descubrimiento de la clínica para Freud se da con Charcot, aunque ya se había asomado a la misma a través del caso Anna O. y de su relación con Brouer. Su pasaje por la Salpetriere, provoca una fisura insalvable con el modelo neuropatológico con el que venía trabajando aunque no lo desterra totalmente.


    • El camino desde la histología del sistema nervioso a la neuropatología, y luego hacia la neurosis, donde nace el Psicoanálisis, no fue lineal: a la vez que Freud está convencido de la interpretación psicológica de la neurosis y en contra de la interpretación anatómica de su maestro Meynert, sigue investigando sobre anatomía cerebral dentro de los parámetros científicos de la teoría anatomopatológica del cerebro – aunque este «exiliado» ya del Instituto de neurología de la Facultad, luego del informe presentado en la Sociedad Médica de Viena al regresar de París y de su polémica con Meynert.


    • Assoun habla allí de un «barroco epistemológico» para explicar esta aparente contradicción en la forma de trabajar de Freud: «El encuentro de estilos heterogéneos compuestos en una totalidad en que esa heterogeneidad es constituyente; entonces se puede hablar de barroco en la medida en que esa heterogeneidad actúa en la frontera de tradiciones dispares. Pero sí además, el barroco es por sí sólo un estilo nuevo que no agota la suma de sus componentes, profundamente original, es una razón más para que el Psicoanálisis se instituya como barroco epistemológico».


    • En la concurrencia de la neuropatología y la psicopatología clínica, va a emerger un nuevo objeto: una teoría general de la neurosis. Construcción de un campo epistémico nuevo, que da como resultados un objeto de estudio propio, el inconsciente.

    Que, a la vez, conlleva la exigencia de la edificación de una Psicología nueva que se «confiesa» carta a carta con Fliess, donde existe la necesidad de nombrarla con un neologismo «metapsicología», allí está la identidad epistémica freudiana. Según Assoun este nombre: queda prohibido en el discurso publicado y aparece el de «análisis psíquico» y «Psicoanálisis». No desarrollaremos aqui el análisis que realiza el autor en referencia a la utilización de estos diferentes términos.


    •Cuando Freud en distintos momentos y lugares de su producción teórica establece el esquema del aparato psíquico, la primera tópica, Assoun, sostiene que aunque reniegue de que el mismo se corresponde con un lugar anatómico, sostiene que Freud deja planteada expresamente la posibilidad de que existe y que algún día se determine el mismo. El autor trata aquí de establecer los paralelos ente la anatomía y la tópica y pareciera que insiste con que Freud arrastra de cierta manera, restos del modelo anatomofisiológico de sus referentes históricos, no pudiendo desprenderse del todo de los mismos.

    Luego, analiza el segundo tiempo que sería el proceso que va de la tópica a la dinámica: el modelo herbartiano.

    «La dinámica freudiana se alimenta en última instancia de un modelo que fue edificado en una tradición de la Psicología alemana que se remonta hasta principios del Siglo XIX, a Herbart», dice Assoun, y allí desarrolla sintéticamente algunos puntos del modelo herbartiano, el cual le llega al joven estudiante, Freud, a través de la lectura del manual de Psicología de Lindner, y además a través de Brentano, de la asistencia a los cursos y seminarios que este dictaba en la universidad, cuyos desarrollos sobre la Psicología se apoyaban, explícitamente, en algunos puntos, sobre las teorizaciones de Herbart.

    Analiza la teoría de la multiplicidad de representaciones de Herbart, (que este da como respuesta al problema planteado por su maestro Fichte, en cuanto a la diferencia del Yo y del No Yo), su concepción del afecto como lo que nace de una lucha de fuerzas interrepresentacionales y esto implica una dinámica. Agrega la idea de quatum para designar la realidad del afecto.

    Finalmente, concluye: «Herbart, constituye, pues, un eslabón determinante entre los dos macizos: tópica-anatómica y económica-física. Introduce en el modelo metapsicológico la dimensión propiamente psicológica gracias a su mediación, la teoría central del conflicto – que designa en el registro tópico, la oposición de los lugares psíquicos- se dinamiza».

    Y, por último, el tercer tiempo, el traspaso de la dinámica a la económica: el modelo fechnero-helmholtziano. La dimensión económica remite directamente a lo cuantitativo, esto es una necesidad de la Psicología científica del Siglo XIX. Wundt, con la creación de su laboratorio de Leipzig, en 1879 se había impuesto la exigencia de medición de los fenómenos psíquicos, esto era posible y un requisito indispensable para incorporar a la Psicología en los parámetros de las ciencias naturales, para ello recurre a la fisiología.

    Tema polémico en esos momentos, en cuanto a si es posible medir los hechos psíquicos.

    Freud, sumergido en esta época, hace su aporte, cuando habla de economía de las «cantidades» dice que se trata de una «estimación relativa de su magnitud», apuntando hacia el problema de la subjetividad que toda la teoría de la libido tiende a superar.

    Otro aspecto importante de los desarrollos de esa época, era el de la «duración de los actos psíquicos». Esto fue examinado por los fisiólogos que fueron maestros de Freud: Helmholtz, Du Bois-Reymoncl, Exner (este último, recordemos, era asistente junto con Fleischl Marxow del laboratorio de Brücke). Otro nombre importante que aparece aquí es Fechner, fundador de la psicofísica, también ocupado en estos temas. Assoun marca que los principios fundamentales de la energética derivan directamente de la energética fechneriana, su «principio de constancia-inercia», planteado en el «Proyecto … «, de 1895.

    Más aún, cuando más tarde Freud plantea su principio de placer, menciona en «Mas Allá del Principio de Placer», de 1920 a Fechner quien había planteado con anterioridad el principio de placer y el desplacer, desde 1848. Assoun, finalmente aquí dice: «Freud no tendrá en ningún, momento la sensación de tomar conceptos de la física y de la fisiología: no hará, como se ve en particular en el «Proyecto … » de 1895, más que administrar su bien, por así decirlo, pues es indudable que el esquema enérgetico formaba parte de su dote científica». También Helmholtz, es un modelo muy importante, representante de la fisiología del momento, «ídolo» de Freud.

    Junto con Mayer, defienden dos posturas del energitismo diferentes, aunque el concepto de energía todavía no estaba en todo su auge, porque aún se hablaba de fuerzas. No entraremos en detalles de estas diferentes posturas, sólo diremos que ambas marcan la tendencia de la época de considerar a la representación energética como una extensión de la concepción mecánica.

    Mayer sostiene un dualismo de «fuerzas» (nunca habló explícitamente de «energía», si bien la interpretación extremista del energitismo de finales de siglo, traducirá » fuerza» por «energía» deformando esta teoría), y de las «materias» complementado por la necesidad de continuidad; con una subordinación de las fuerzas a la materia y manteniendo una separación tajante entre el orden material y el dinámico, sustentando un dualismo moderado, la dinámica refuerza la mecánica sin rechazarla.

    La dinámica de Helmholtz, en vez de sostener este dualismo, hace la distinción entre dos clases de fuerzas: «las fuerzas vivas» (la fuerza produce actualmente movimiento) y las «fuerzas de tensión» (fuerzas en estado latente, que tiende a provocar movimientos), unificando los fenómenos físicos. No hay más que fuerzas, ya sea en estado vivo o latente.

    Helmholtz le llega a Freud por un lado a través de su maestro Brücke, que se relacionaba con aquel en la Sociedad de Física de Berlín; y por otro lado, compartiendo con Fliess esa admiración por este «maestro». Assoun concluye que, «este energitismo aún impregnado de fe en el modelo mecánico es el que pasará en el energitismo freudiano», una energética no energetista.

    A la muerte de. Helmholtz, Wilhelm Ostwald, surge como el célebre predicador del energetismo. Assoun lo cita cuando escribe sobre por qué se daba esta postura (energética no energetista) que pareciera contradictoria: «En cuanto a saber si, en último análisis, se llegaría a una concepción mecánica del universo, o si la noción de energía es más elevada y más general que la de fuerza mecánica, este es un problema cuya solución no preocupaba a los espíritus de la época.

    Este problema no sólo no se discutía, sino que ni siquiera se planteaba. Esto se debe a que en los medios científicos, el materialismo mecánico se consideraba como inatacable … «. Ostwald, además solicita a Freud que colabore con un artículo en su Revista «Annalen der Naturphilosophie», lo cual era un honor en esa época.

    Pero Freud, si bien acepta, nunca escribe ese artículo; esta ambivalencia en la actitud de Freud es un analizador que toma Assoun, y antes se pregunta, ¿Por qué Ostwald se interesa en Freud? Y encuentra la respuesta analizando que todas las referencias a la energética en los textos de Freud justifican ese interés ya que Ostwald, que ve a la energía como elemento fundamental de todas las cosas reales, más aún llega a ser una Weltanshauung de la energética, hasta esboza una historia de la civilización basada en ella, en algún momento se ocupa de los fenómenos energéticos en los procesos psíquicos, es decir, dice que hay una energía nerviosa, psíquica.

    Y encontraría en Freud un apoyo a ese energitismo psicológico. «Carga, descarga, abreacción, quantum de afecto, libido: el vocabulario freudiano encuentra sin cesar esa connotación energitista», sostiene Assoun.

    Volviendo entonces al principio, cuando hablamos de la ambivalencia de Freud ante esta invitación de Ostwald. El autor reconoce dos motivos, por un lado: que aquel propulsaba un verdadero apostolado del energetismo, y Freud veía en esta figura que se ocupaba de él, tanto la marca del reconocimiento como el riesgo al sometimiento que pondría en peligro la autonomía del Psicoanálisis, de «su obra».

    Por otro lado, una cuestión netamente teórica en relación a la concepción que tiene Freud de la energía y que difiere de la de Ostwald. Como dijimos antes, este llega a realizar una concepción totalizadora del mundo basado en la energía, y sabemos la oposición de Freud a esta actitud en un científico, por lo tanto, ve en el llamado de Ostwald la amenaza de ser «cómplice» de esta postura doctrinal. Freud, dentro del campo del energitismo, toma como referentes a Helmholtz, del que se separa Otswald.

    Si demarcamos el sentido en Freud de energía, él habla en términos de una dualidad: «energía libre» y «energía ligada» perteneciente cada una de ellas a dos procesos psíquicos, el inconsciente y el preconciente-conciente, respectivamente.

    Y esto estaría en paralelo con las polaridades que establecía las teorías físicas y fisico-fisiológicas del momento: «energía cinética/energía estática», «energía actual/energía potencial». Es decir, del energitismo mitigado o mecanicismo energético como lo llama Otswald para diferecniarse de él. Si bien Freud señala a Breuer como autor de esta distinción (energía libre/energía vinculada), ante la postura de este Freud aparecerá distanciado en tanto tomaría una postura más energisista.

    Breuer al distinguir las dos formas de energía «quiescente» y «cinética», posición mecanicista, no concede prioridad a la energía cinética, para él lo fundamental es el estado quiescente de la energía ya que solamente cuando se ha estableció un cierto nivel de energía esta puede circular libremente.

    Entonces, Freud se diferencia por su reconocimiento de la superioridad de la energía libre, móvil y la consideración del segundo principio de la termodinámica de transformación de la energía, que permite diferenciar tipos de energías (calórica, química, etc) y que en Freud debe leerse como libremente móvil..

    Ante la postura de Ostwald, se manifestará como más mecanicista, se interesa más en entender el substrato mecánico de las transformaciones de la energía. Cuando utiliza la noción de «trabajo», caracterizando de esta manera el factor cuantitativo de la pulsión, se le podría, dice Assoun, aplicar la definición que Mach tenía de energía: «Ese algo indestructible que caracteriza la diferencia entre de dos estados físicos (psíquicos) y cuya medida es el trabajo mecánico realizado durante el paso de un estado a otro (de ese proceso)”67

    Veamos el verdadero sentido que cobra este concepto en la producción de Freud, este habla en términos de procesos, él no toma a la energía como lo más importante en sí mismo, sino que habla de procesos psíquicos que pueden considerarse energéticos. «La energía freudiana sirve para nombrar una característica procesal de tipo diferencial cuyo aspecto cualitativo no es sino el indicio de un proceso mecánico cuantitativo.

    El energitismo proporcionará a la construcción metapsicológica su dimensión económica para caracterizar los procesos inconscientes. Pero ese modelo de desciframiento nunca se impostasiará en doctrina energisista», finaliza Assoun este punto.

    Freud y la Ciencia IV

    Luego del interesante y amplio recorrido que realiza Assoun en su libro, del cual sólo hemos tocado fugazmente algunos puntos, concluye diciendo que «El Psicoanálisis se concibe como ese intervalo imaginaría que explora un espacio transitorio … ese cruce de la tópica, de la dinámica y de la económica inacabadas. Vive de esa falta de conclusión».

    Paul-Laurent Assoun finaliza su libro con este capítulo, denominado: «De la conformidad de los lenguajes a lo inédito del objeto», y concluye con «La subversión del lenguaje por el objeto» que marcaría lo propio freudiano, el descubrimiento del inconsciente. Allí dice: «El Psicoanálisis nació como un benjamín, a la sombra de sus hermanas mayores: anatomía, fisiología, física y química.

    En el espíritu de Freud, nunca hubo la intención de crear de cabo a cabo su material término lógico y conceptual. Resulta imposible volver virgen el cerebro: por tanto, todo saber analítico se reflejará forzosamente en las estructuras y los procedimientos concebidos por la ciencia de su tiempo y codificados en los modelos epistemológicos de sus maestros.

    Freud jamás transgredió la Ley del Padre en el campo del saber. Por tanto, habrá que reconocer con resignación o contento la huella indeleble de esa Ley en la realización de ese saber. Y esta investigación apenas comienza. Pero he aquí la ganancia inesperada de ese conformismo epistemológico: en el trazado de esa repetición, se trama algo colosalmente inédito. La recuperación del lenguaje paterno sirve para subvertir su objeto.

    Este contraste ha sido percibido desde hace tiempo: Freud no habla como dice. Esto significa que dice lo inédito del inconsciente con una palabra que pertenece a otros …. «

    Como lo mencionamos al principio de este artículo, leyendo el libro de Perrés ya mencionado («El nacimiento del Psicoanálisis: Apuntes críticos para una delimitación epistemológica»), nos encontramos que el mismo plantea que habría que diferenciar Epistemología freudiana de epistemología de Freud, siendo este último término el adecuado para definir el trabajo que realiza Assoun en su libro ya que la epistemología freudiana, no quedaría abarcada satisfactoriamente dentro de aquel texto.

    Para Perrés, lo que se denominaría epistemología freudiana – partiendo de la concepción de que cada disciplina tiene su propia epistemología, con sus métodos y formas de conceptualización teórica específicas y que no existe un criterio de cientificidad general para delimitar que es ciencia de lo que no lo es (como lo toman los positivistas)- sería lo original freudiano de su descubrimiento, teorización y su clínica más allá de sus referentes y modelos teóricos del momento, esto último abarcaría lo que sería una epistemología de Freud.

    Esa especificidad del Psicoanálisis de Freud está dada, como dice Perrés, indiscutiblemente, por «el descubrimiento paulatino y doloroso de su propio inconsciente» que marcó todo su «ciencia».

    Plantea una discontinuidad entre epistemología de Freud y epistemología freudiana; esta última con la inclusión del sujeto de la ciencia cambiaría tangencialmente a la epistemología de las ciencias y a la gnoseología ya que trasciende al sujeto del conocimiento pensado invariablemente desde la conciencia, e introduce al sujeto del inconsciente con la consecuente implicancia del saber inconsciente dentro de la teoría del conocimiento.

    En este punto, ubica la crítica a Assoun, diciendo que él no pudo ver esto, posiblemente porque justamente él es un filósofo y no un psicoanalista. y siempre que se habla de una disciplina, nunca se tiene en cuenta los aspectos subjetivos de 67- Los paréntesis son nuestros.


    su creador; si bien se reconoce la importancia de este aspecto luego es dejada de lado, en el momento de ponerse a reflexionar sobre la misma. Esta es su especificidad epistémica, porque él fue «el sujeto de la ciencia psicoanalítica», más allá de sus posturas epistemológicas expresadas en distintos momentos de su obra donde habla de una ciencia sin sujeto.

    En esta oposición quedaría bien delimitado lo que sería una epistemología de Freud y una epistemología freudiana que va más allá y, a veces, en oposición con lo que declara el mismo Freud como su postura ante la ciencia y lo que fueron sus referentes y modelos teóricos, pero que hacen a la originalidad de su producción. Más allá de esta crítica, como vimos anteriormente, Perrés, rescata de Assoun su planteo de que el Psicoanálisis no necesita una epistemología desde fuera que le de identidad científica sino que tiene la propia que debe ser vista desde adentro mismo del Psicoanálisis freudiano; y, encontraremos allí una nueva forma de hacer ciencia y reflexionar sobre ella.

    Creemos, como dice Perrés, que es muy importante la diferenciación – aunque no absoluta, porque es interesante también ver la interrelación, el entrecruzamiento entre ellas- entre epistemología de Freud y epistemología freudiana.

    Esta distinción nos permite pensar, y en este caso diferenciándonos de Perrés, quien sostiene que el trabajo de Assoun es más bien una Epistemología de Freud, que estos dos planos de análisis epistemológico se con funden permanentemente en la obra de Assoun (o los trabaja indistintamente), y esto la vuelva a veces, a nuestro parecer, sino contradictoria al menos confusa, no observándose, claramente, emerger lo inédito freudiano; pareciera que en ciertos momentos esto se manifestara plenamente pero, luego, como el autor vuelve al plano de lo que sería una epistemología de Freud, lo inédito se opaca.

    Como afirma Perrés, desde la perspectiva de la epistemología de Freud (las fuentes epistemológicas de Freud, sus modelos, sus maestros, su expresiones sobre la teoría de la ciencia y de la investigación), y desde una lectura «superficial», podríamos ver en la obra de Freud, como pretenden algunos autores, una postura empirista y positivista, a lo largo de toda su obra, donde hace continuas referencias a que el Psicoanálisis se apoya en la experiencia, en la observación, en la rigurosidad del método; la ciencia constituida sobre la interpretación de la empiria, los conceptos siempre son vagos, imprecisos y sólo luego de la experimentación se afirmarán o modificarán.

    Pero, desde el plano de una epistemología freudiana, es decir, desde su forma de hacer ciencia, de su originalidad, siempre más allá de sus expresiones, y a veces en contradicción con ellas, y haciendo una lectura donde contextualicemos correctamente los problemas, esto cambia radicalmente, y la obra de Freud se complejiza desde la mirada epistemológica.

    Tomando al «sujeto de la ciencia», sabemos que no podemos fiamos, totalmente, de la propia evaluación, de todo creador sobre el proceso de su labor y de su obra. Freud está muy distante de un empirismo, para comprobarlo basta con considerar sus «construcciones auxiliares», como él los llama, que fueron sus conceptos fundamentales, que aunque «imprecisos», «provisorios», «descartables», nunca los abandonó, si bien fue modificando alguno de ellos, nunca los sustituye totalmente, y persisten simultáneamente, originales modelos y sus variaciones.

    Citando a Perrés, quien viene sosteniendo este discurso» dice puntualmente: «Igualmente si los conceptos fueran tan pocos importantes como pareciera afirmarlo, poco sentido tendría una frase como la siguiente en la que Freud delimita cuales son los pilares teóricos del Psicoanálisis, en forma más categórica y excluyente: «Los Pilares Básicos de la Teoría Psicoanalítica”.

    El supuesto de que existen procesos anímicos inconscientes; la admisión de la doctrina de la resistencia y de la represión, la apreciación de la sexualidad y el Complejo de Edipo: he aquí los principales contenidos del Psicoanálisis y las bases de su teoría y quien no pueda admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas» (Freud, “Dos artículos de enciclopedia …” , 1923).»

    Un gran abanico de cuestiones interesantes sobre Freud y la Ciencia, planteadas por estos autores, queda abierto para seguir analizando en posteriores trabajos.

    Bibliografía de Freud y la Ciencia

    -Assoun, Paul Laurent «Introducción a la Epistemología Freudiana», Siglo XXI Editores, México, 1985.
    -Perrés, José: «El nacimiento del Psicoanálisis: Apuntes críticos para una delimitación epistemológica», Coedición: Editorial Plaza y Janés y/o Plaza y Valdéz, UAM- Xochimilco, México, 1988.
    -Altthusser. Louis: «Freud y Lacan», Ed. Anagrama.
    -Freud, Sigmund: «Obras Completas», Amorrortu editores, Bs. As.

    Freud y la Ciencia, escrito por la psicóloga Claudia Alberto Fermanelli

    Vídeo sobre Freud y la Ciencia, Psicoanálisis, ¿una ciencia?

    Vídeo sobre Freud y la Ciencia, Psicoanálisis, ¿una ciencia? de la Universidad Francisco Marroquín, del canal de :

    Sergio Santillán Díaz